Tríptico de la Virgen (Hans Memling) |
Mensaje de: Jesucristo.
Fecha:1 nov 2012.
Título: Hay santos en el Cielo muy pequeños, niños bautizados que murieron sin pecar, rezadles también.
Traducción (nuestra):
Los santos del Cielo están mirando constantemente a la Tierra para intervenir y ayudaros en situaciones caóticas. Yo, Jesús, os hablo.
Muchas veces, hijos Míos, comentáis que se os han solucionado situaciones embarazosas casi milagrosamente, y hay quien atribuye esas soluciones a casualidades, pero no hijos, vuestros santos patronos y los santos de vuestra devoción son los que os ayudan cantidad de veces sin que ni vosotros lo sepáis. Si hijos, sí, ellos están pendientes de vuestros pasos y decisiones e intervienen en cantidad de ocasiones para guiaros y que no erréis, lo mismo que los espíritus del mal tratan de poneros la zancadilla para que no emprendáis aquellas acciones buenas y leales hacia Dios. Yo, Jesús, os hablo.
Aquellos santos fundadores y donde su Regla no se ha vulnerado, ayudan incesantemente a quienes integran sus Fundaciones y, miran por la Obra que dejaron tras de sí para protegerla del Mal y para que no se malogre con el paso del tiempo. Por eso, hijos, aunque los santos ya son bienaventurados y gozan en el Cielo, rezarles es muy bueno, para que Me entendáis, es como si los obligarais a acudir en vuestra ayuda. Ellos desde el Cielo pasan haciendo el bien lo mismo que lo hicieron en la Tierra y, tienen más poder porque ya están confirmados en gracia de Dios. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos Míos, asimismo hay santos en el Cielo muy pequeños, niños bautizados que murieron sin pecar. Rezadles también para que ellos hagan desde el Cielo el bien, ya que no lo pudieron hacer en la Tierra, y para que vean que vuestro recuerdo sigue vivo, esto va más por los familiares que por quienes no los conocieron.
En la fiesta de todos los Santos que pronto celebraréis, ofrecedles el Santo Sacrificio del Altar cuyo valor es infinito, y ellos, se alegraran enormemente de ver que en la Tierra se les recuerda, se les ofrece tan grande don y se les pide su intercesión, que según vuestra fe, hijos Míos, así será de eficaz. Yo, Jesús, os hablo. Paz a todo aquel que leyendo estos mensajes los pone en práctica.Idioma: castellano.
2. Jabez (Ontario, Canadá)
Mensaje de: Dios Alfa y Omega.
Fecha: 1 nov 2012.
Título: Avoid All Sin (Evitad todo pecado).
Traducción (nuestra):
“Hijos de Mi Corazón Divino,
Yo Soy el Gran Yo Soy. Yo soy el Alfa y la Omega. Yo Soy. Escuchadme. Yo deseo permanecer en vosotros. Yo deseo instruiros ahora. Abrid vuestros corazones al amor. Entregaos. Entregaos a Mi voluntad Divina con toda obediencia. Inclinaos en adoración, y decidme los deseos de vuestros corazones este día. Os concedo sabiduría, y os enseñaré mis caminos. Queridos hermanos, os invito a uniros en oración hoy. Orad y haced descender Mi misericordia sobre la Tierra. Satanás tiene muchas fortalezas. Deseo establecer mi dominio, y recuperar lo que por derecho es Mío. Necesito guerreros de la oración para participar en la batalla más que nunca. Necesito oraciones y almas víctimas para servir a Mi gloria. En la actualidad hay muchas almas víctimas sobre la Tierra. Ellos toman sus propósitos en serio, y aman como Yo amo. Yo los bendigo ahora y les animo a perseverar a medida que su sufrimiento se intensifique. Invito a todos mis hijos a consagrarse a Mí todos los días. Los invito a ser fieles y permanecer obedientes a Mí. Hijos, buscad Mi rostro santísimo. Acercaos a mí. No dejéis que vuestros pecados os mantengan alejados de Mí, y os separen de Mi gracia. No seáis indiferentes al pecado. Evitad todo pecado. Permaneced puros delante de Mi vista. Proteged vuestras almas lo mejor que podáis. Es vuestra posesión más preciada. Recordad que todo lo que penséis, todo lo que decís y hacéis, tiene que darme gloria. Vivid para Mí. Fuisteis creados con este fin. No creáis a Satanás cuando él os tiente. No merecéis gloria alguna. No toméis gloria alguna, ni honores para vosotros mismos. Dadme siempre gloria. Caminar en la humildad. Os dejo mi beso de paz. Shalom”.
Idioma: inglés.
* Año de la Fe. Alocución del Papa previa al Ángelus (Solemnidad de Todos los Santos, 1° de noviembre de 2012)
Hoy tenemos el gozo de encontrarnos en la solemnidad de Todos los Santos. Esta fiesta nos hace reflexionar sobre el doble horizonte de la humanidad, que expresamos simbólicamente con las palabras “tierra” y “cielo”: la tierra representa el camino histórico, el cielo la eternidad, la plenitud de la vida en Dios.
Así esta fiesta nos hace pensar en la Iglesia en su doble dimensión: la Iglesia en camino en el tiempo es aquella que celebra la fiesta sin fin, la Jerusalén celestial.
Estas dos dimensiones están unidas por la realidad de la «comunión de los santos»: una realidad que comienza aquí sobre la tierra y alcanza su cumplimiento en el Cielo. En el mundo terrenal, la Iglesia es el inicio de este misterio de comunión que une la humanidad, un misterio totalmente centrado sobre Jesucristo: es Él quien ha introducido en el género humano esta dinámica nueva, un movimiento que lo conduce hacia Dios y al mismo tiempo hacia la unidad, hacia la paz en sentido profundo. Jesucristo – dice el Evangelio de Juan (11,52) – ha muerto « para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos», y ésta su obra continua en la Iglesia que es inseparablemente «una», «santa» y «católica». Ser cristianos, formar parte de la Iglesia significa abrirse a esta comunión, como una semilla que se abre en la tierra, muriendo, y germina hacia lo alto, hacia el cielo.
Los Santos – aquellos que la Iglesia proclama como tales, pero también todos los santos y las santas que sólo Dios conoce, y que también hoy celebramos – han vivido intensamente esta dinámica. En cada uno de ellos, de manera personal, se ha hecho presente Cristo, gracias a su Espíritu que obra mediante la Palabra y los Sacramentos. De hecho, el estar unidos a Cristo, en la Iglesia, no anula la personalidad, sino la abre, la transforma con la fuerza del amor, y le confiere, ya aquí sobre la tierra, una dimensión eterna. En resumen, significa reproducir la imagen del Hijo de Dios (cfr Rm 8,29), realizando el proyecto de Dios que ha creado al hombre a su imagen y semejanza. Pero este insertarse en Cristo se abre – como decíamos – también a la comunión con todos los otros miembros de su Cuerpo místico que es la Iglesia, una comunión que es perfecta en el «Cielo», donde no hay algún aislamiento, alguna competencia o separación. En la fiesta de hoy, pregustamos la belleza de esta vida de total apertura a la mirada de amor de Dios y de los hermanos, en la que estamos seguros de alcanzar a Dios en el otro y el otro en Dios. Con esta fe llena de esperanza veneramos a todos los santos, y nos preparamos a conmemorar mañana a los fieles difuntos. En los santos vemos la victoria del amor sobre el egoísmo y sobre la muerte: vemos que seguir a Cristo lleva a la vida, a la vida eterna, y da sentido al presente, a cada instante que pasa, porque lo llena de amor, de esperanza. Sólo la fe en la vita eterna nos hace amar verdaderamente la historia y el presente, pero sin ataduras, en la libertad del peregrino, que ama la tierra porque tiene el corazón en el Cielo.
Que la Virgen María nos obtenga la gracia de creer fuertemente en la vida eterna y de sentirnos en verdadera comunión con nuestros queridos difuntos.
Traducción del italiano: Raúl Cabrera, Radio Vaticano.
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