Madonna de los ángeles rojos (Giovanni Bellini) |
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2. Vidente Australiana (Australia)
Mensaje de: Jesucristo.
Fecha: 1 nov 2012.
Título: The United States Needs Your Prayer (Los Estados Unidos necesitan nuestras oraciones).
Traducción (nuestra):
“Di a los demás que se amen a sí mismos, como Yo lo hago. Por favor, tened cuidado de vuestros cuerpo pues son un tabernáculo en el que Yo reino. No os neguéis a vosotros mismos siempre; ayunad, rezad y comed con consideración de las comidas más sanas. No tengáis indulgencia con vosotros mismos comiendo y bebiendo mucho, sino ayunad y rezad lo más posible. Los Estados Unidos necesitan mucho vuestras oraciones, en este tiempo. No hay que tomarlo con ligereza. Al contrario, conoced quiénes son vuestros líderes, pues os podrán guiar por un mal camino. Do sigáis las enseñanzas de cualquiera, a menos de que vuestro corazón os diga que son mis seguidores. Mientras más os alejéis del pecado, mejor discerniréis estas cosas y las tentaciones. Empezad por no pecar contra vosotros mismos y vuestros propios cuerpos. Yo permito que vuestros cuerpos envejezcan con el tiempo y que llegue mucho sufrimiento a vuestro propio cuerpo. Pero, por favor, no intentéis hacer esto vosotros mismos. Vivid con sencillez y rezad frecuentemente, pues esto es lo que quiero para vosotros. Este es el tiempo de ayunar y rezar por los pecadores. Id en paz, hija mía, pues mi Reino está a la mano.
Vuestro Jesús”.
Idioma: inglés.
2. Jabez (Ontario, Canadá)
Mensaje de: Dios, Alfa y Omega.
Fecha: 4 nov 2012.
Título: Befriend Your Enemies For My Glory (Amad a vuestros enemigos para darme gloria).
Traducción (nuestra):
“Hijos de Mi Divino Corazón,
Yo Soy el Gran Yo Soy. Yo Soy el Alfa y la Omega. Yo Soy, el Autor de Todas las Cosas, habla. Escuchadme. Deseo serviros, transformaros. Abrid vuestros corazones a Mí. Entregaos ahora. Entregaos sin condición, y alegraos porque tengo planes para vosotros. Dadme permiso para transformaros este día. Abandonad a mis piés vuestros cuidados. Entregadme vuestra libertad. Dejadme actuar. No obstaculicéis la gracia. No obstaculicéis Mi acción en vuestras vidas. Dadme dominio sobre vosotros. Seré benévolo. Os cambiaré para darme gloria. Ahora os llamo a amar. Amad a todos los que pongo en vuestro camino. Amad a vuestros enemigos como nunca antes. Sed pacientes y amables. Mostrad compasión. No caigáis en la tentación. No escuchéis a Satanás cuando susurra a vuestro oído. Ignorad sus instrucciones, sus invitaciones a destruir a aquellos que os han hecho daño. Os mando que bendigáis a los demás. Os mando que améis a aquellos que os han dañado más que otros que he puesto en vuestro camino. Creced en santidad. Perseverad. No seáis impacientes. No busquéis venganza. Vivid para la paz. Sembrad alegría alrededor vuestro. Perdonad a vuestros enemigos todas sus transgresiones, y no llevéis la cuenta de sus caídas, de otra manera obstaculizaréis la gracia en vuestras vidas. Ponderad esta enseñanza y hacedla vuestra. Grabad estas palabras en vuestros corazones, y acordaos de perdonar tan pronto como sea posible. No guardéis rencor. Perdonad, y mantened vuestra mente en Mí. Seguid Mi ejemplo. Amad. Mostrad compasión, y amad a vuestros enemigos para darme gloria. No seáis mundanos. Os dejo Mi beso de paz. Shalom”.
Idioma: inglés.
* Año de la Fe. Palabras de Benedicto XVI después del Angelus (domingo 4 nov 2012)
El Evangelio de este domingo, (Mc 12,28-34) nos vuelve a proponer las enseñanzas de Jesús, sobre el más grande mandamiento: el mandamiento del amor, que es doble: amar a Dios y amar al prójimo.
Los Santos, que hemos celebrado todos recientemente en una única fiesta solemne, son propiamente aquellos, que, confiando en la gracia de Dios, buscan vivir según esta ley fundamental.
En efecto, el mandamiento del amor lo puede poner plenamente en práctica quien vive una relación profunda con Dios, así como el niño aprende a amar a partir de una buena relación con la madre y el padre.
San Juan de Ávila, que proclamé hace poco Doctor de la Iglesia, escribe así al inicio de su Tratado sobre el amor de Dios: «La causa que más empuja nuestro corazón al amor de Dios es considerar profundamente el amor que Él ha tenido por nosotros… Esto más que los mismos beneficios, empuja el corazón a amar; porque aquel que ofrece a otro un beneficio, le da algo que posee; pero aquel que ama se da así mismo con todo lo que tiene, sin que le queda nada más que dar» (n. 1). Antes de ser un mandato, el amor es un don, una realidad que Dios nos hace conocer, experimentar, de manera que como una semilla, que pueda germinar incluso dentro de nosotros y desarrollarse en nuestra vida.
Si el amor de Dios ha metido raíces profundas en una persona, ésta esta en grado de amar incluso a quien no lo merece, como justamente hace Dios hacia nosotros. El padre y la madre no aman a sus hijos sólo cuando lo merecen: los aman siempre, aunque si naturalmente les hacen entender cuando se equivocan. De Dios aprendemos a querer siempre y nada más que el bien y nunca el mal.
Aprendemos a mirar al otro no sólo con nuestros ojos, sino con la mirada de Dios, que es la mirada de Jesucristo. Una mirada que parte del corazón y no se detiene en la superficie, va más allá de las apariencias y logra acoger las expectativas profundas del otro: ser escuchado, tener una atención gratuita, en una palabra: ser amado.
Pero se verifica también el recorrido inverso: que abriéndome al otro así como es, yendo a buscarlo, haciéndome disponible, me abro también al conocer a Dios, a sentir que Él existe y es bueno. Amor de Dios y amor del prójimo son inseparables y tiene una relación recíproca. Jesús no ha inventado ni uno ni otro, sino que ha revelado que son en fondo, un único mandamiento, y lo ha hecho no solamente con la palabra, sino sobre todo con su testimonio: la misma Persona de Jesús y todo su misterio encarnan la unidad del amor de Dios y del prójimo, como dos brazos de la Cruz, vertical y horizontal. En la Eucaristía, Él nos dona este doble amor, donándose a sí mismo, porque nutridos de este Pan, nos amamos los unos a los otros como Él nos ha amado.
Queridos amigos, por intercesión de la Virgen María, oremos para que todo cristiano sepa mostrar su fe en el único verdadero Dios con un límpido testimonio de amor hacia el prójimo. Traducción del original italiano: Patricia Ynestroza – RV
1. Maria Divine Mercy (Irlanda)
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